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Las Atarazanas fueron construidas a finales del siglo XIV con la finalidad de dar servicio para la fabricación, depósito y reparación de embarcaciones, siendo un lugar clave para la prosperidad comercial marítima de la Valencia medieval.
Origen e historia de las Atarazanas
En nombre de Atarazanas proviene del latín y significa dársena, ataraza y arsenal, que podríamos traducir como taller. Entendiéndose así un lugar donde en el que se reparaban barcos. Por tanto, la finalidad de los ahora emblemáticos edificios, durante la época medieval, era precisamente artesanal, y consistía en la construcción y reparación de barcos militares, pero también comerciales. Cabe señalar que las Atarazas servían también como almacén para objetos y materiales marítimos.
Con el paso del siglo XVI, los edificios que constituyen las Atarazanas fueron perdiendo su función principal, acogiendo primero, un arsenal de artillería, y más adelante, siendo la sede del almacén de trigo y cereales.
En ocasiones cuesta reconstruir nuestra historia, pues la primera referencia que encontramos acerca de un edificio con estas características es del año 1238, tras la conquista de Jaime I.
Fue precisamente el Rey Jaime I quién ordenó la construcción de un almacén de estas particularidades. Aunque no podía considerarse todavía Atarazanas.
Años después fue Pedro III el Grande (1276- 1285) quién concedió la licencia a los Cónsules de la Ciudad, para construir un local donde reparar los barcos al servicio de la Corona, para luchar por el trono de Sicilia. Pero también para almacenar todo tipo de utensilios y maquinaria de las propias embarcaciones.
Y como la expansión de Valencia conseguí alcanzar el éxito, el Reino Cristiano de la ciudad necesitaba un espacio donde construir y reparar embarcaciones en los alrededores del puerto. Y es precisamente en este momento cuando los edificios taller de barcos recibieron el nombre de Atarazanas.
De este modo, en 1330 se ordenó la construcción de unas nuevas Atarazanas, sometiendo el espacio destinado a ello a continuas remodelaciones y ampliaciones para dar servicio a la expansión marítima valenciana. Y fue precisamente pasado un siglo cuando las Atarazanas Valencia adquirieron su actual estructura de planta y alzado.
Las Atarazanas fueron durante años de titularidad municipal, hasta Guerra de Sucesión, cuando, pasaron a manos del Rey. Posteriormente, en concreto en 1802, los edificios de las Atarazanas se transfirieron a la Hacienda Real, en concepto de pago de la deuda contraída por el municipio. Y precisamente para saldar esta deuda, la Hacienda Real los vendió a particulares.
Alrededor de 1980, las Atarazanas fueron recuperadas por el Ayuntamiento de Valencia, siendo adquiridos por el propio consistorio valenciano. Tras una laboriosa restauración, dirigida por el arquitecto valenciano Manuel Portaceli Roig, durante la década de los 90, se destinaron a albergar una serie de exposiciones temporales de arte contemporáneo.
Si bien, las Atarazas forman parte de la historia de la ciudad de Valencia, pero también de su propio entorno. Cabe señalar que los edificios que las forman han sido capaces de integrarse a la perfección en la vida y en la arquitectura moderna, que domina la capital del Turia.
Estructura de las Atarazanas
El edificio de las Atarazas cuenta con cinco naves longitudinales y comunicadas entre sí. Además, sustentadas por unos arcos diafragmáticos. Cada nave cuenta con una cubierta tradicional de madera a doble vertiente y con tejas de estilo árabes en la parte de afuera.
La superficie de las Atarazas es de aproximadamente 3.500 metros cuadrados. La fachada principal de las Atarazas, construida por Frances Tona a principios del siglo XV, cuenta con unos excelentes canalones de piedra, que el desagüe de la lluvia, originales y con el propio escudo de la ciudad de Valencia.
Las Atarazanas Valencia fueron declaradas Monumento Histórico Artístico Nacional el 11 de noviembre de 1948; y desde 1985 se consideran Bien de Interés Cultural, debido a la Ley de Patrimonio Histórico.
A día de hoy, las Atarazanas Valencia constituyen el más fiel recuerdo de lo que fueron los citados talleres marítimos con una extensa exposición.
Días y horas de visita:
De martes a viernes de 10:00 a 14:00 horas. Y de 15:00 a 19:00 horas.
Domingos y gestivos de 10:00 a 15:00 horas.
Lunes cerrado.
Precio entrada:
General 2 €.
Tarifa reducida 1 €.
Tarifa gratuita (domingos y festivos).
Bono 3 días por 6 €.
Transporte público:
EMT: 2, 3, 4, 30 y 71.
Metro: líneas 5, 6, 7 y 8 (parada Marítim Serrería)
Metro Bus: C5 y c6.